Ser dueño de un negocio no es tarea fácil. Hay días donde todo fluye… y otros donde sientes que cargas el mundo entero.
Lo que marca la diferencia a largo plazo no es solo tu estrategia o tus habilidades, sino desde dónde te estás moviendo.
¿Qué te impulsa a levantarte cada mañana y seguir construyendo?
La respuesta a esta pregunta revela mucho sobre tu energía, tu enfoque… y sobre los resultados que estás creando.
Hay tres grandes tipos de motivación empresarial:
1. Motivación de empuje (la del esfuerzo y la obligación)
Es cuando haces las cosas porque tienes que hacerlas. Porque si no actúas, algo se cae, se pierde o se complica. Es el modo supervivencia.
Características:
- Te impulsa la urgencia, el miedo o la escasez.
- Trabajas desde el esfuerzo y la obligación.
- Tomas decisiones para evitar problemas, no para crear oportunidades.
- Vives en alerta, muchas veces agotado.
Ejemplo típico:
“Tengo que vender este mes sí o sí, porque si no, no salimos.”
Este tipo de motivación es válida (y muchas veces necesaria), pero no es sostenible. A la larga, te agota y te estanca.
2. Motivación de atracción (la del propósito que te jala)
Aquí ya no te mueves por lo que debes, sino por lo que te inspira. Te guía una visión, una meta deseada, una posibilidad que te entusiasma.
Características:
- Te impulsa el propósito, la curiosidad o la ambición creativa.
- Tomas decisiones alineadas con lo que quieres construir.
- Sientes entusiasmo, apertura, energía más liviana.
- Innovas, profesionalizas, haces crecer tu empresa con intención.
Ejemplo típico:
“Quiero expandirme a otra ciudad porque veo el potencial de impacto que podemos tener.”
Este tipo de motivación te lleva del esfuerzo a la expansión.
3. Motivación de servicio (la más profunda de todas)
Este es el nivel más alto. Ya no te mueve el miedo ni solo tu visión personal: te mueve el deseo de servir algo más grande que tú.
Características:
- Sientes una pasión profunda por lo que haces.
- Tu enfoque está en aportar valor y dejar huella.
- Lo que construyes tiene sentido, propósito y trascendencia.
- Eres motor de crecimiento para otros: clientes, equipo, familia.
Ejemplo típico:
“Quiero que este negocio sea una plataforma para transformar vidas.”
Cuando te mueve el servicio, el trabajo se convierte en vocación. Y tu empresa en legado.
¿Desde dónde te estás moviendo tú?
Haz una pausa y pregúntate con honestidad:
- ¿Estoy tomando decisiones por miedo o por visión?
- ¿Me estoy empujando cada día… o me está jalando algo más grande?
- ¿Mi negocio me consume… o me conecta con lo que vine a aportar al mundo?
No se trata de juzgar. Todos, en algún momento, pasamos por las tres motivaciones.
Lo importante es darte cuenta y elegir conscientemente desde dónde quieres vivir y liderar.
¿Cómo avanzar hacia una motivación más elevada?
- Reconócete: ¿En qué áreas estás operando desde la urgencia?
- Rediseña tu visión: ¿Qué te emocionaría crear si el miedo no te detuviera?
- Conecta con el servicio: ¿A quién estás llamado a servir a través de tu empresa?
- Aligera tu carga: Profesionaliza, estructura, delega. No tienes que hacerlo todo.
- Rodéate de líderes que ya viven desde el propósito. La energía se contagia.
Reflexión final
Cuando actúas solo por necesidad, sobrevives.
Cuando te mueve la posibilidad, creces.
Pero cuando te impulsa el servicio… trasciendes.
“No estás aquí solo para facturar. Estás aquí para transformar.
Haz de tu negocio un acto de amor, y tu vida será una obra maestra.”
¡Por tu libertad empresarial!
Alejandro Valdés
Especialista en profesionalización de negocios