mayo 7, 2018

Piensa en ti mismo como tu negocio: Tú eres tu ventaja competitiva

¡La revolución emprendedora está aquí! Lo puedes ver en la manera como miles de personas se desarrollan en su ámbito profesional mediante un emprendimiento. La práctica de la profesión, autoempleo o los llamados freelance son ahora una constante entre médicos, dentistas, nutriólogos, asesores financieros, programadores, community managers, coaches, instructores y la lista sigue creciendo.

Para todos aquellos que hemos decidido dar el salto emprendedor, no podemos negar que mantenerse en el mercado (cualquiera que sea) es complicado habiendo cada vez más opciones (competencia), más medios de comunicación (todas las redes sociales donde todos se publicitan) y más ideas innovadoras surgiendo cada minuto (considero que a todos nos ha sorprendido la competencia en algún momento).

¿Qué hacer? ¿cómo destacar en un mundo de mensajes, ideas y ofertas? La respuesta que encontré, que hoy te quiero compartir, está inspirada en un principio de negocios de hace décadas que aprendí de Michael Porter, es decir la Ventaja Competitiva.

Así es. De la misma manera que trabajamos en hacer destacar nuestro modelo de negocio, debemos trabajar en nuestro emprendedor dentro de nosotros. Pensar en tí mismo como tu negocio es idea de Reid Hoffman, cofundador de Linkedin, que en su libro, “El mejor negocio eres tú”, nos invita a formular nuestra propia estrategia profesional.

Esta ventaja competitiva sugiere que está compuesta por 3 piezas dinámicas que encajan entre sí en diversos momentos y de distintas maneras. Estos elementos son: tus aspiraciones y valores, tus activos y las realidades del mercado.

Ventaja Competitiva personal

Basado en las ideas de Reid Hoffman del libro, “El mejor negocio eres tú” (2012).

Te cuento de cada una de ellas:

Tus aspiraciones y valores, se refiere a tus anhelos, tu propósito, tus objetivos y tu visión del futuro. Para mí, es el ADN emprendedor que nos motiva a emprender. Varía de persona a persona, pues cada quien formula su propia escala de valores.

Si lo piensas bien, cuando trabajas en algo que te importa, trabajarás más y mejor. Recuerda que son tus aspiraciones las que dan forma a tus actos, así que estos debieran reflejar lo que realmente te importa.

Tus activos, es todo aquello que posees. Pueden ser intangibles como tus conocimientos, tus relaciones, tu experiencia, tus habilidades y demás fortalezas que tienes; o tangibles como dinero, cuentas, acciones y demás posesiones personales (desde tu computadora hasta tu escritorio).

Por sí solos quizá no formulen una ventaja, pero sí la combinación de ellos. Haz un recuento de ellos y pregúntate de qué manera estos activos pueden facilitar y resolver los retos de tus clientes.

La realidad del mercado, es el ingrediente final pero no por eso menos importante. Se trata de identificar la necesidad de tus clientes y mercado para empatarlas con tus activos, tus aspiraciones y tus valores.

Siempre hay un sector, lugar o persona que necesite de aquello que tu ofreces, así que haz que las realidades de tu mercado operen a tu favor.

Finalmente,  te invito a que sumes estos 3 ingredientes o como Steve Jobs dice “conecta los puntos” y date cuenta de todo lo que puedes ofrecer a tu mercado. Hacer un análisis de cada uno de estos elementos te será de utilidad para formular tu propia ventaja competitiva.

También es una gran oportunidad para identificar aquellos activos en donde puedes mejorar, clarificar tus valores o definir tus objetivos. Eso te ayudará a tener claridad sobre lo que puedes trabajar para ser más contundente y estratégico.  

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