Hemos heredado un conjunto de creencias y conceptos en nuestra sociedad en donde a los niños los vemos como adultos en potencia, como personas en desarrollo pero que aún les falta mucho por aprender. Esta forma de relacionarnos con los niños hace que los releguemos a un rol secundario dentro de la vida ya el papel preponderante de nuestras sociedades es dado a los adultos y desde este ¨adulto-centrismo¨ es difícil poder aprender de los niños, pero para el filósofo alemán Federico Nietzsche en su libro Así hablaba Zaratustra el niño es realmente la figura del futuro que representa el camino de la salvación de la humanidad de la decadencia en la que vivimos.
Si observamos a los niños pequeños nos daremos cuenta que viven en un estado de INOCENCIA, MARAVILLA y GRACIA, todo para ellos es nuevo, todo es maravilloso, todo es fresco y cualquier instrumento o cosa de pronto se puede transformar en algo mágico y fascinante.
En contraste si salimos a la calle y miramos a las personas adultas en la vida cotidiana, vamos a ver normalmente caras largas con poca o nula vitalidad, personas resignadas y hasta cínicas. Te invito a que te subas al metro en la ciudad de México o a cualquier transporte público en la ciudad y simplemente lo atestigües por ti mismo/a.
Según Nietzsche el niño representa el estado superior al que puede aspirar el ser humano y dice así: ¨“Mas ahora decidme, hermanos míos: ¿qué es capaz de hacer el niño, que ni siquiera el león haya podido hacer? ¿Para qué, pues habría de convertirse en niño el león carnicero? Sí, hermanos míos, para el juego divino del crear se necesita un santo decir “sí”: el espíritu lucha ahora por su voluntad propia, el que se retiró del mundo conquista ahora su mundo.”
Según Nietzsche la humanidad ha vivido cargando un conjunto de creencias impuestas ciegamente sobre el mundo, la vida y nosotros mismos que determinan nuestra forma de percibir la realidad, muy similar a lo que pasa en la película Matrix en donde los protagonistas piensan que están viendo la realidad tal cual es, cuando en realidad lo que perciben son un conjunto de programas cargados en su mente desde los cuales ven el mundo. Para salir desde este mundo de certezas y creencias arraigadas que es el mundo de los adultos, el mundo donde pensamos que realmente observamos a las cosas como son, Nietzsche nos propone que el ser humano debe de transformarse de camello (creencias ciegas) a un león (que rompe lo establecido) hasta llegar a SER un niño (la inocencia y la capacidad de CREAR).
Nietzsche nos propone que para alcanzar la plenitud de SER debemos regresar nuestra mirada a los niños y aprender de ellos y nos pide que desarrollemos estas 3 cualidades:
1.- EL JUEGO. Los niños viven para jugar, de hecho la vida no es más que un juego para ellos y cada momento es una oportunidad para la diversión y para aprender jugando, de hecho los niños aprenden lúdicamente.
En el juego los significados dejan de ser rígidos y fijos pasan a ser maleables y fluidos, para un niño una cuchara de pronto se puede convertir en una espada o en una varita mágica y es esa capacidad de re significación lo que los hace CREAR nuevas POSIBILIDADES a cada momento.
2.- LA VIDA ES UNA CREACIÓN. Para los niños la vida es CREATIVIDAD pura, están libre de prejuicios y puede crear nuevos juegos y significados. El Juego de crear y decir sí a la vida, a lo que le rodea y a lo que está por llegar, esa es la creación del niño. Esta forma de ver la vida nos recuerda que los seres humanos también somos seres CREADORES y que nuestra vida es nuestra máxima creación, ya que somos los CREADORES de nuestro destino y desde ahí podemos ver a nuestra vida como la CREACIÓN de una MARAVILLOSA obra de arte.
3.- LOS NIÑOS OLVIDAN RÁPIDO. Los niños tienen esa capacidad de no apegarse ni aferrarse a las cosas por mucho tiempo, tienen la capacidad de soltar y de vivir en el flujo de la vida, lo que a la gran mayoría de los adultos nos cuesta mucho ya que queremos aferrarnos a algo y nos apegamos a las personas, ideas y circunstancias y al buscar esas certezas perdemos la capacidad de vivir en el momento presente y de simplemente soltar para regresar a nuestro centro y volver a crear y a jugar.
Los niños pueden ser nuestros maestros si tenemos los ojos para aprender de ellos si tenemos la voluntad y las ganas de soltar nuestras creencias y certezas y pararnos en la incertidumbre y desde ahí simplemente observar.
Vive intensamente.
Alejandro Valdés